Martes 23 de abril de 2024

— 24.01.2020 —

La conmovedora carta de una madre que denuncia un caso de ciberbullying en nuestra ciudad

Desde hace más de un año, lucha junto a su familia contra los trastornos de la conducta alimenticia de su hija de 15 años. Como si eso fuera poco, en los últimos días la adolescente fue víctima de acoso cibernético.


Por: santotoméaldía /

Mediante una conmovedora carta publicada en redes sociales, una familia de nuestra ciudad decidió hacer público un caso de Ciberbullying, cuya víctima principal es su hija, una adolescente de 15 años.

El hecho, que fue denunciado en la delegación Santa Fe del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), expone además la dura lucha de esa familia contra la anorexia y la bulimia, dos trastornos de la conducta alimenticia que padece la joven.

Más allá de la intervención del INADI y de que el caso pueda llegar a la justicia, la carta escrita por Vanina –mamá de Juli- aparece como un ejemplo de cómo abordar estas problemáticas desde la educación familiar.  

Los especialistas sostienen que la educación es la clave para evitar y/o afrontar ciberbullying y acoso escolar digital. Aquellos que no sepan por dónde empezar, pueden tener la carta de esta mamá santotomesina a mano y compartirla con sus hijos.

"Soy Vanina, esposa de Fernando y mamá de Lara (19), Julia (15) y Bautista (10).

Con Fer tratamos siempre de acompañar a nuestros hijos en todos sus momentos y tratando de comprender la etapa que van viviendo para que el acompañamiento sea lo mejor posible. La adolescencia de ellos es distinta a la nuestra, ni mejor ni peor, simplemente distinta. La hace distinta, que nuestra adolescencia fue mirada de nuestro rol de adolescente y de hijo y hoy miramos su adolescencia desde el rol de padres. Las épocas son distintas, la tecnología es distinta, los medios de comunicación son distintos, las prioridades son distintas. De ellos vamos aprendiendo mucho, sacamos de hecho muchas cosas positivas, valorizamos cuestiones que tal vez antes no lo habíamos hecho.

Nos formamos leyendo mucho sobre adolescentes, nos fortalecimos espiritualmente. Nuestra familia está compuesta no solamente de nosotros cinco, sino que Dios es quien nos fortalece y acompaña en este paso por la vida.

Somos una familia que comparte alegrías, problemas, reímos, lloramos, nos peleamos, nos reconciliamos. Somos una familia como cualquier familia. Somos una familia que nos amamos, nos apoyamos y como dice Bauti: "nadie podrá con Los Monteporzi".

En octubre de 2018 notamos que Juli estaba silenciosa, aislada. Pensamos que era propio de su adolescencia. Tratamos de acercarnos, de respetar sus tiempos pero no logramos revertir el comportamiento.

Dos meses después, luego de dos horas de absoluto silencio Juli pudo hablar, pudo contarnos lo que pasaba: "no me gusta mi cuerpo, y vomité un par de veces. Siento que todo lo que hago está mal".

Lo único que pensé en ese momento fue "tenemos que actuar ya". Encaramos todos los puntos que nos parecían que había que cubrir y que podíamos cubrir. Sacamos turno a su pediatra, a una psicóloga, a una nutricionista y fuimos a hablar con el sacerdote. Hablamos con toda la familia para que conozca la situación y Juli contó a sus amigas para que puedan acompañarla. Necesitábamos fortalecernos todos desde todos los puntos.

Sin conocer cómo iba a ser la batalla suponíamos no iba a ser fácil.

En realidad no sabíamos que iba a ser tan difícil. Que era un día a día. Que algunos días avanzábamos, que íbamos a retroceder otros. Que por momentos parecía que se iba solucionado y que por otros parecía que estábamos en el principio.

Hubo un momento durante el año donde pareció que Dios nos ponía la prueba más grande, donde nos paralizamos, donde nos caímos. Sentí que mi amor no alcanzaba, que toda la ayuda que habíamos conseguido de especialistas no era suficiente. En ese momento, sentí que me caía, que ya no podía ayudarla y sólo me salió "Dios ayudanos...". Y nos levantamos y volvimos a la batalla.

A Juli le hicieron otros análisis que determinaron que algo clínicamente no estaba bien. Nada grave y que no pueda solucionarse. Había que levantar los niveles de serotonina (Sustancia que está presente en las neuronas y realiza funciones de neurotransmisor).

Fue un año de muchas emociones, muy duro, el más difícil. Los que somos padres sabemos que debemos y queremos estar atentos a todos nuestros hijos. Que la vida siempre sigue, el trabajo, las obligaciones, los compromisos, los amigos. No perdimos atención a ninguno de estos aspectos.

El 16 y 17 de enero de 2020, aparecieron publicaciones en una red social (cuenta de instagram: tteppi23), agraviando a Juli muy duramente. Sin límites, sin pensar hasta donde dañaban. Lo primero que hice fue ponerme en su lugar y me dolió. Luego como mamá me enojó mucho que lastimen de esta forma, recordé casos que habían tenido un final triste por estas agresiones. Ella me dijo "no te preocupes mamá, no saben lo que hacen".

Quienes me conocen bien saben que no me iba quedar sin hacer nada. Inmediatamente comenzamos la consulta con un abogado y además llamé para hacer la denuncia al INADI. Quien me atendió me dijo algo que en la desesperación y el enojo no había pensado: ante mi expresión "no puedo creer como los chicos se pueden lastimar tanto" la persona que me atendió me dijo "no son los chicos, son los padres que no han sabido, no han podido transmitirle valores a sus hijos, ni empatía por los demás".

Por suerte hay otros padres y otros adolescentes: todos aquellos que apoyaron inmediatamente a Juli, que denunciaron la cuenta hasta que se cerró. A todos ellos simplemente GRACIAS por estar con ella.

No nos vamos a quedar sin hacer nada, porque hay muchas Juli que están sufriendo, pasando por lo mismo. Hay muchas Juli que no pueden hablar, que tienen miedo. Porque hay muchas mamás, papás de Juli que no saben o están pasando por lo mismo que nosotros.

Concientizar sobre anorexia, bulimia, redes sociales, bullying, ciberbullying no puede ser sólo una charla en una escuela y nada más. Es una formación que debemos tener los padres, los hijos y la sociedad entera. Difundiendo lo que nos pasa es una primer forma y comenzaremos a trabajar desde nuestro lugar a paso firme para que quienes las estén pasando mal, para quienes estén en la pelea no estén solos, para que seamos cada vez más los que estemos atentos a lo que le pasa al otro. Porque de eso se trata la vida, de caminar mirando hacia adelante, pero también a los costados, para saber y conocer a quien camina a nuestro lado, y que si alguno se queda buscarlo y ayudarlo.

La batalla sigue, no sabemos cuánto durará, es un día a día, pero nos encontrará siempre unidos en el amor, amor de familia".

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